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viernes, 10 de diciembre de 2010

EL PERRO Y SU AMO

     Fiel y buen compañero, era aquel ovejero alemán que acompañaba a todos partes al viejo Pancho. En una modesta vivienda vivía Pancho con su perro, que sentado junto a él  observaba como confeccionaba las escobas de pajas artesanales, que luego sale a vender casa por casa. Lo que come Pancho, come el perro. Una simbiosis nunca vista, y una fidelidad que pone la piel de gallina. Junto a la cama de su amo, duerme el perro. Todo es compartido en esa vivienda, inclusive el baño.
    Por las mañanas bien temprano, Pancho sale a vender su mercadería, bien cotizada por los vecinos, que lo esperan muchas veces en la puerta de sus casas.
    Sin que lo tome a mal, muchas veces le entregan una bolsita conteniendo algo de comida, para compartir con su perro. Dócil y juguetón es querido por todos los niños.
    Ya es una tarjeta de presentación la llegada  del perro al domicilio fijado, golpeando con su pata delantera el zaguán, que seguramente su recuerdo lo tiene registrado.
    Pasaron varios días y el viejo Pancho no se le veía por el barrio. Unos vecinos decidieron visitar su vivienda, encontrándolo muy enfermo en su cama. Al lado de él sin moverse un centímetro estaba su perro. Aquel cuadro hizo vibrar las fibras más íntimas de aquellos fieles vecinos. El viejo Pancho se moría.
    Pasaron algunos días y se produjo el desenlace fatal. En su velatorio y sin moverse, abajo del ataúd estaba el perro. Lo acompañó hasta la última morada, paso a paso y sin levantar su cabeza.
   Todos los que acompañaron al viejo Pancho, le hacían una caricia, un juguete, pero él ya nada le importaba.
    Se ubicó junto a la tumba de su querido amo, sin querer comer, sin tomar agua, solamente estar junto a ese ser humano que lo trató de igual a igual. Pasaron varios días, y el fiel perro muere junto a la tumba de su amo.  Que ejemplo de fidelidad, de amor incondicional nos dan muchas veces los animales. Para que vivir pensó el fiel perro, si lo que más quería en este mundo, ya no está.
    

  

1 comentario:

  1. Hermoso relato, muy conmovedor y certero, no tengo perros porque no me dá el sitio en la casa pero sé que son muy fieles y cariñosos.
    Me gustó mucho el sitio, desde ya lo sigo.
    Un saludo desde Montevideo-Uruguay

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