Las obreras trabajan todo el día sin descanso. Hay que traer el alimento a la casa. Muy temprano por la mañana un grupo de obreras se dispone a salir jardín por jardín, sembrado por sembrado y seguramente un buen monte de eucaliptos. El alimento está ahí, pero el peligro también. Con mucho cuidado, y con delicados movimientos, retiran lo más preciado para ellas, su materia prima.
En la casa sus compañeras se dedican a la limpieza, mientras su jefa vigila si el trabajo se cumple como marca su disciplina. Como en todas las familias, hay perezosos que solamente comen, y ocupan un lugar, que si es necesario le piden que busquen otro hogar.-
Todo esta organizado, no falta ningún detalle. Cuando las obreras ingresan a la casa, ya tienen preparado los envases que meticulosamente ya fabricaron, algunas de ellas. Comienza la labor de cada día. La materia prima que ha llegado a la casa, deberá convertirse en el manjar mas preciado. No siempre son ellas las que lo disfrutan. Se acumula y se acumula esta mercadería ya preparada. La jefa recibirá una porción especial, porque debe estar fuerte para conducir a sus dependientes.
La rutina no la cansa, sabiendo que su vida es corta y que muchas veces no logran regresar a su casa. Son felices, trabajan en comunidad, sin exigir pagos especiales. Debemos aprender de la laboriosa abejita, que su perfección es envidiable.
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