¿Quién dio la orden? ¿Quién firmó el decreto? Jubilaron a la veterana, comentaron en la oficina. Era todo un mar de congoja entre los compañeros de trabajo. Tantos años trabajando juntos, que ya era un familiar más.
Parece que ese día el Directorio decidió retirarla, por sus constantes errores y el envejecimiento normal de los años. ¿Aún nos era útil? Reclamaban los jóvenes auxiliares. Con ella aprendieron los exigentes de la oficina, y soportaron las quejas del jefe, por no tratarla como se debía. Es muy cierto que ya había cumplido cuarenta años de trabajos ininterrumpidos, pero ese material noble era difícil de soslayar.
¿Quien no pasó por esa sección de la Oficina , y la observó con respeto? Era para los antiguos funcionarios como para los recién ingresados, una referencia de esa administración. La orden estaba dada y el decreto firmado, la vieja máquina de escribir Rémington, pasaría a depósito hasta nueva resolución.
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