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sábado, 18 de diciembre de 2010

LA HERENCIA DEL TIO PASCUAL( 3ra.parte- 3/5)


    “El motivo de la carta es adjuntarle el borrador de mi testamento. Su redacción y confección se encarga el notario de mi familia Don Segundino García. Mi salud no es la de antes, ya he cumplido mis noventa años, ¡No se si lo han recordado! En fin, si Dios me lo permite en varios días más se firmará el testamento definitivo. Un fuerte abrazo, vuestro tío Pascual.”

Martina - ¡Por favor José, lee el testamento!
José – Un momento Martina, aún me queda la post data.

 “P.D. A lo justo me olvidaba. Aquel regalo que les hice el año pasado, quedará a cuenta  del resultado del testamento.”

Sofía – Viejo lagarto, solamente nos regaló unos tristes pesos, que alcanzaron para comprarles flores a los finados.
Antonio – No te adelantes Sofía, el tío es muy rico, y estoy seguro que toda su fortuna, será para nosotros.
Martina – Uds. se han olvidado que ese mismo día, que nos entregó esos pocos pesos,  nos mandó a cobrar con un sicario, un préstamo que hacía veinte años, le había dado a nuestro padre.
Antonio – Trataremos de ser prudentes, no entrar en cólera antes de tiempo, y analizar palabra por palabra, que estén escritos en su testamento.
Tía Juana – Me disculpan, debo pasar al baño, Uds. Continúen con la lectura.

    En el mismo sobre que había venido la carta, se encontraba otra hoja de papel manuscrita, con varios tachones y sin firma.

   Pedro – ¿Si les sirvo un café bien cargado para todos, no será mejor, antes de comenzar a leer ese otro proyecto de testamento, que les envió?
  José – Esta bien Pedro. Buena idea y de paso le damos un descanso a la imaginación.
 Antonio – Con el permiso de Uds. me fumaré un cigarro, en mi alcoba.
  Martina – Exquisito café Pedro. Espero nos logre estabilizar emocionalmente, para recibir noticias halagadoras.

    El teléfono nuevamente insistía en su llamado. Nadie se animaba a levantar el auricular, y fue Martina quien con movimientos muy lentos, llegó hasta él.

  Martina – Hola, casa de la familia Cimadevilla, ¿Quién habla?

    Nadie contestaba, y los nervios aumentaban.

  Martina - ¡Por favor!, quién habla
  Voz del teléfono – Perdón señorita, hablo de la florería, y era para informarle que la palma de flores, que Uds. solicitaron está pronta.
  Martina – Nosotros no hemos solicitado ninguna palma, debe haber una confusión.
 Voz del teléfono – En nuestro registro telefónico, figura los hermanos Cimadevilla, ¿Son Uds. no?
 Martina – Por supuesto que somos nosotros, insisto,….debe haber un error, buenas noches.
 Voz del teléfono – Tenemos la obligación de cumplir con los pedidos, ¿Qué hacemos con la palma? La solicitud una señora Juana, dijo ser tía de Uds.
 Martina – Lo que a Ud. le parezca mas coherente, ¡a este domicilio no!

     Entre todos quisieron aplacar los ánimos, tomaron un nuevo café sorbo a sorbo,  servido  por el mayordomo Pedro.  Se preparaban  nuevamente para la lectura del supuesto borrador del testamento.

Antonio – Debemos preguntarle a la tía Juana, si fue ella quien solicitó la palma.
Sofía – Yo iré hasta el baño, a preguntarle.
José - ¡Qué raro que demora tanto!
Martina – No debemos apresurarnos, esperemos a Sofía.
Sofía - ¡Oigan, oigan! la tía no está en el baño, y la busqué por toda la casa, y no la encuentro.
Antonio - ¡Busquémoslas en el patio!

  En esos momentos Pedro, siempre acertado en sus intervenciones, les dice:

Pedro - ¡Pero cómo! ¿La tía Juana no falleció el año pasado?
José – Tiene razón Pedro, la había mordido un perro, y a consecuencias de las heridas falleció.
Martina – Es verdad, y entonces ¿quién era la mujer que nos visitó?
Sofía - ¿Qué pasa esta noche? Es todo tan raro.

  Un inesperado corte de luz,  vuelve a resquebrajar el sistema nervioso de los hermanos. Pero por suerte en pocos minutos, quedó solucionado el corte.
   Nuevamente el vecino llega a la puerta:

  Vecino – Quería preguntarle si Uds. tuvieron un corte de luz.
   Pedro – Si, hace unos instantes, ¿Por qué?
   Vecino – Por simple curiosidad, en mi casa no la hubo.
  Pedro - ¡Ud. nos quiere tomar el pelo! ó las intenciones son otras.
   José – Disculpe señor, se podría retirar, no son horas para molestar a los vecinos.
  Vecino – Ya me habían dicho que era un viejo gruñón, ahora lo compruebo.

   Decidieron no atender más la puerta de calle, dedicándose solamente a la carta recibida.

   José – Creo que tiene razón Martina, será mejor que ella lea este documento, y lo vamos analizando entre todos.
   Antonio - ¡Por favor Martina!, trata de leer sencillamente, y no te pongas hacer comentarios académicos.
  Martina – ¡Por supuesto!, o tu crees que esto es una clase escolar.
  Sofía – No entres en detalles Martina, y comienza.
 Martina – Quiero informarles que la escritura, tiene tachas y borrones, y seguramente se nos hará dificultoso  leerla con premura, tengan paciencia.

   Las campanas de un antiquísimo reloj, indican la media noche. El restaurante de la esquina ya había apagado sus luces, y el auto taxi de Don Froilan se retira de su estacionamiento.
 ¡Que noche para los Cimadevilla!, cuando normalmente a la hora veintidós, todo el mundo duerme.
  Pero nuevamente el timbre de calle, y muy insistente

 Pedro - ¿Qué hago señor José?
 José - ¡Mira por la ventana, a ver quien es ahora!

    Con un poco de desconfianza Pedro retira con cuidado la cortina.

  Pedro - ¡Es una anciana!, con ojos tristes y muy mal vestida.
  José – Pregúntale quien es y que desea.
  Pedro - ¿Qué desea señora, y quién eres?
  Visitante – Buenas noches. Ud. disculpe, ¿esta es  la casa de los hermanos   Cimadevilla?
 Pedro – Sí, ¿Qué desea?
  Visitante – ¡Ud. no me conoce!, soy Teresa la hermana menor de los Cimadevilla.
  José – ¡Que pase Pedro, veremos quien es esta señora!
  Antonio - ¡Cómo! Nuestro padre nunca nos habló de su hermana Teresa.
  Tía Teresa – Les voy a contar una historia, que seguramente ni mi hermano Felipe lo sabía.
   Sofía - ¿Por qué vino esta noche?
  Tía Teresa – Me enteré que hoy se leía el testamento de mi hermano. Pero les voy a contar primero mi triste historia familiar.
   José - ¡Por favor señora, sea breve!
  Tía Teresa – Les digo que soy la hermana menor. Fui la hija no querida de mis padres. Mi hermana Juana, me hizo la vida imposible.
   Sofía – Esta noche nos visitó fugazmente la tía Juana. ¿Por qué  no se acordó de Ud. para nada?
   Tía Teresa -  Por supuesto, como se va acordar de mí, si me echó de mi casa paterna cuando yo tenía diez años. 
   Antonio - ¿Y a dónde fue?
   Tía Teresa – Me refugié, en la casa de una amiga de mi madre, quien fue la que me crió y se  preocupó por mi futuro.  Todo fue una gran pesadilla.
   José – Toda su historia la comprendemos, pero debemos continuar con la lectura de la carta.
  Tía Teresa – Está muy bien, a mi también me interesa.
  José – Te agradezco Martina que continúes.
 
   Un breve silencio en la sala por algunos minutos, y nuevamente Martina, comenzará la lectura.
  

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